Y Salomón subió allí al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión delante de Jehová, y ofreció sobre él mil holocaustos.

Ofreció mil holocaustos. Este holocausto lo ofreció, por supuesto, por manos de los sacerdotes. La magnitud de la oblación se convirtió en el rango del oferente en esta ocasión de solemnidad nacional.

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