Y envió Ezequías a todo Israel y Judá, y escribió cartas también a Efraín y Manasés, para que viniesen a la casa de Jehová en Jerusalén, a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel.

Ezequías envió a todo... Judá, y escribió cartas también a Efraín y Manasés. Los nombres de estas tribus principales se usan para todo el reino de Israel. Sin embargo, juzgándose imposible que el templo, los sacerdotes y el pueblo pudieran ser debidamente santificados en el momento habitual señalado para el aniversario, a saber, el día 14 del primer mes (Nisán), se resolvió, en lugar de posponer la fiesta hasta otro año, para observarla el día 14 del segundo mes: una libertad que, siendo en ciertas circunstancias ( Números 9:6 ) concedida a individuos, podría, se creía, ser concedida a todo el pueblo.

Este aplazamiento, sin embargo, no es prueba de que la santidad interior fuera un requisito indispensable para esa solemnidad. Porque "santificado", en esta conexión histórica, no significa nada más que estar libre de la inmundicia ceremonial, que muchos hombres podrían tener, y muchos hombres buenos podrían no tener.

Venid a... Jerusalén, a celebrar la Pascua. Esta gran fiesta religiosa no había sido observada regularmente por los hebreos en su capacidad nacional durante mucho tiempo, como consecuencia tanto de la división del reino como de los muchos desórdenes que siguieron a ese infeliz evento. Ezequías anhelaba profundamente ver revivida su observancia; y habiendo recibido la expresión de sus deseos una calurosa respuesta de los príncipes y principales hombres de su propio reino, se dieron los pasos preparatorios para una renovada celebración de la solemnidad nacional.

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