Y fueron a enterrarla, pero no encontraron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos.

No encontraron de ella más que el cráneo... El perro tiene una aversión arraigada a la presa de las manos y los pies humanos. Cuando Jehú asumió la autoridad real, ordenó a los ayudantes de Jezabel en el palacio que la arrojaran por la celosía abierta desde la que observaba la entrada del regicida. Tras tomar un refrigerio, se puso a hablar de los acontecimientos del día, en particular del trágico final de Jezabel, y temiendo haberla tratado con una indignidad impropia de su rango real, dio órdenes de que sus restos recibieran una sepultura adecuada a la condición de quien había sido hija, esposa y madre de un rey.

Pero sus sirvientes, al acercarse al lugar de la fatal catástrofe, "no encontraron de ella más que el cráneo, los pies y la palma de las manos". Es evidente, por la historia, que Jehú no tenía el propósito de cooperar en la confirmación de la profecía. Porque hasta que recibió esta información, no tenía ningún recuerdo de la sentencia pronunciada contra ella. Entonces, en efecto, se le ocurrió.

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