Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no me quedó fuerza; porque mi hermosura se tornó en mí en corrupción, y no me quedó fuerza.

Mi hermosura: literalmente, vigor, es decir, expresión viva y color.

Se convirtió en mí en corrupción, letalidad, es decir, palidez de muerte. Tal fue el efecto habitual en aquellos a quienes se les hizo una manifestación de los seres celestiales.

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