Y los príncipes, gobernadores y capitanes, y los consejeros del rey, estando reunidos, vieron a estos hombres, en cuyos cuerpos el fuego no tenía poder, ni un cabello de su cabeza fue chamuscado, ni sus túnicas mudadas, ni el olor de el fuego había pasado sobre ellos.

Ni un cabello de su cabeza fue chamuscado, ( "Hasta los mismos cabellos de vuestra cabeza están todos contados";, "No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza").

Sobre cuyos cuerpos el fuego no tuvo poder, cumpliendo; (cf.), "Quien por la fe... apagó la violencia del fuego". "Nuestro Dios" sólo es un "fuego consumidor".

Ni el olor del fuego había pasado sobre ellos, (cf. espiritualmente, "Abstenerse de toda apariencia de mal",). El creyente tiene cuidado, con la ayuda del Espíritu, no solo de evitar el mal mismo, sino incluso el más leve olor de él ( "Que no se hable mal de vuestro bien"). Con temor no sólo saca del fuego del pozo el cuerpo, sino que aborrece el vestido manchado por la carne.

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