Luego nos volvimos y partimos hacia el desierto por el camino del Mar Rojo, como me había dicho el SEÑOR; y rodeamos el monte Seir por muchos días.

Luego dimos la vuelta y emprendimos nuestro viaje... por el camino del Mar Rojo. Después de su infructuoso ataque contra los cananeos, los israelitas desmantelaron su campamento en Cades, y viajando hacia el sur por el desierto occidental de Tih, así como a través del gran valle del Arabá, extendieron sus desplazamientos hasta el golfo de Akaba.

Rodeamos el monte Seir durante muchos días. En estas pocas palabras Moisés comprendió toda esa vida nómada errante que llevaron durante 38 años, cambiando de lugar y regulando sus estaciones por la perspectiva de los pastos y el agua. En ese intervalo se dirigieron por segunda vez hacia el norte, hasta Cades; pero al negárseles el paso por Edom, y al oponérseles los cananeos y amalacitas, no tuvieron otra alternativa que atravesar una vez más la gran Arabá hacia el sur, hasta el Mar Rojo, donde, girando a la izquierda y cruzando la larga y elevada cadena montañosa al este de Ezión-gaber ( Números 21:4), se adentraron en las grandes y elevadas llanuras que todavía atraviesan los peregrinos sirios en su camino hacia La Meca; y parece que siguieron hacia el norte casi la misma ruta que ahora toma el Hadj sirio, a lo largo de las faldas occidentales de este gran desierto, cerca de las montañas de Edom (Robinson). Al entrar en estas llanuras recibieron la orden: "Habéis rodeado esta montaña (esta zona montañosa, ahora Jebel Sherah) lo suficiente, volved hacia el norte".

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad