Y los destruimos por completo, como hicimos con Sehón rey de Hesbón, destruyendo por completo a los hombres, mujeres y niños de cada ciudad.

Los destruimos por completo. Fue una guerra de exterminio: toda clase de personas fueron pasadas a espada, y no se salvó nada más que el ganado, del cual una inmensa cantidad cayó como botín en manos de los conquistadores. Así, los dos reyes amorreos y toda la población de sus dominios fueron extirpados, y todo el país al este del Jordán: primero, las tierras altas desde el torrente del Arnón al sur hasta el de Jaboc al norte; luego, la parte alta de la montaña de Galaad y Basán, desde el profundo barranco de Jaboc, pasó a ser posesión de los israelitas.

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