Cuando estas cosas fueron hechas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel, y los sacerdotes y los levitas, no se han separado de los pueblos de las tierras, haciendo conforme a sus abominaciones, incluso de los cananeos, los hititas, los ferezeos, los jebuseos, los amonitas, los moabitas, los egipcios y los amorreos.

Ahora bien, cuando se hicieron estas cosas. Los primeros días después de la llegada de Esdras a Jerusalén se dedicaron a ejecutar los diferentes encargos que se le habían encomendado. La naturaleza y el diseño del oficio, con el que la autoridad real lo había investido, se dio a conocer públicamente a su propio pueblo mediante la entrega formal de la contribución, y los vasos sagrados traídos de Babilonia a los sacerdotes para ser depositados en el templo.

Luego sus cartas credenciales fueron presentadas en privado a los gobernadores provinciales; y por este proceder prudente y ordenado, se puso en la mejor posición para aprovecharse de todas las ventajas que le garantizaba el rey. Visto superficialmente, todo contribuía a satisfacer sus sentimientos patrióticos en el estado aparentemente floreciente de la iglesia y del país. Pero otro conocido descubrió la existencia de grandes corrupciones, que exigían corrección inmediata; y uno fue puesto particularmente bajo su atención como fuente y origen de todos los demás, a saber, un abuso grave que se practicaba con respecto a la ley del matrimonio.

Los príncipes vinieron a mí, diciendo. La información que le presentaron era que mucha gente, en violación de la ley divina ( Deuteronomio 7:2 ), se había casado con mujeres gentiles, y que la culpa de la práctica desordenada, lejos de limitarse a las clases bajas, fue compartida por varios de los sacerdotes y levitas, así como por los principales hombres del país.

Esta gran irregularidad traería inevitablemente muchos males en su estela; alentaría y aumentaría la idolatría, así como derribaría las barreras de distinción que, para propósitos importantes, Dios había levantado entre los israelitas y todos los demás pueblos. Esdras previó estas peligrosas consecuencias; pero estaba abrumado por la sensación de la dificultad de corregir el mal, cuando se habían formado alianzas matrimoniales, se habían criado familias, se habían entablado afectos y establecido importantes intereses.

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