Y harás el atrio del tabernáculo; para el lado sur, hacia el sur, habrá cortinas para el atrio de lino fino torcido, de cien codos de largo por un lado;

El atrio del tabernáculo. El recinto en el que se encontraba el edificio era un patio rectangular, que se extendía más de cincuenta metros de largo y la mitad de ese espacio de ancho, y el parapeto que lo rodeaba era de unos tres metros, o sea la mitad de la altura del tabernáculo. Ese parapeto consistía en una serie de cortinas conectadas, hechas de hilo de lino fino, tejidas en una especie de red, de modo que la gente podía ver a través de ellas; pero la gran cortina que cubría la entrada era de una textura diferente, ya que estaba bordada y teñida con colores variados, y estaba provista de cuerdas para levantarla o apartarla cuando los sacerdotes tenían ocasión de entrar. Las cortinas de este recinto se sostenían sobre sesenta pilares de bronce, que se apoyaban en pedestales del mismo metal; pero sus capiteles y filetes eran de plata, y los ganchos de los que se colgaban también eran de plata.

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