Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.

Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era la escritura de Dios. Se ha alegado que esta fraseología está de acuerdo con el idioma hebreo, en el que los montes de Dios significan montañas altas, etc.; y así, el lenguaje usado aquí no pretende más que dar una idea de la belleza incomparable y la ejecución acabada de estas tablas escritas. Pero no está dentro de los límites del lenguaje declarar más explícitamente que el grabado se logró milagrosamente. El significado indudable es que la ley fue inscrita en estas dos tablas sin la intervención de ángeles ni de ninguna otra criatura, por la operación inmediata de Dios.

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