Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme; no arrojaron cada uno las abominaciones de sus ojos, ni abandonaron los ídolos de Egipto. Entonces dije: "Derramaré sobre ellos mi furia para cumplir mi ira contra ellos en medio de la tierra de Egipto".

Pero actué por amor a mi nombre, para que no fuera profanado ante las naciones entre las cuales vivían. Es decir, aunque su degradación espiritual merecía que los destruyera, "actué por amor a mi nombre" y los libré de Egipto. No fue por sus méritos (lo cual es una reprimenda a su orgullo nacional). El "nombre" de Dios significa el conjunto de sus perfecciones. Manifestar estas perfecciones, su misericordia gratuita que supera sus pecados pero sin faltar a su justicia, y así mostrar su gloria, fue y es el fin último de sus acciones. (Ezequiel 20:9,14,22,44; 36:22; 39:7).

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