Y aconteció en el undécimo año, en el tercer mes, en el primer día del mes, que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

No es que Egipto, como Asiria, dejara de existir por completo, sino que iba a perder su prominencia en el imperio mundial. En el undécimo año, en el tercer mes, dos meses después de la profecía entregada en [capítulo anterior].

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