Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo estoy contra ti, y haré juicios en medio de ti a los ojos de las naciones.

He aquí yo, yo mismo - terriblemente enfático. Yo, yo mismo, a quien tú crees dormido, pero que siempre estoy reinando como vengador omnipotente del pecado, vindicaré mi justo gobierno ante las naciones mediante juicios contra ti.

Haré en ti lo que no he hecho - peor que cualquier juicio anterior. La profecía incluye la destrucción de Jerusalén por los romanos, y la final por el Anticristo  ( Zacarías 13:8 ), así como la de Nabucodonosor. Su condena al mal no se agotó con la conquista caldea. Iba a haber un mal germinal en su destino, porque habría, como lo previó el Señor, un mal germinal en su carácter. Como Dios se relacionaba peculiarmente con Israel, así iba a haber una manifestación especial de la ira de Dios contra el pecado en su caso (Fairbairn). Cuanto mayores son los privilegios, mayor es el castigo en caso de abuso de los mismos. Cuando se les concedió el mayor favor de Dios, el Evangelio, y abusaron de él, entonces "la ira había de venir sobre ellos hasta el extremo".

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