Y aconteció que al cabo de dos años completos, Faraón soñó, y he aquí que estaba junto al río.

Al cabo de dos años completos. No es seguro si estos años se cuentan desde el comienzo del encarcelamiento de José, o desde los acontecimientos descritos en el capítulo anterior; lo más probable es que sea lo segundo. ¡Qué largo tiempo para que José experimentara la enfermedad de la esperanza aplazada! Pero llegó el momento de su engrandecimiento, cuando había aprendido suficientemente las lecciones que Dios había diseñado para él; y los planes de la Providencia estaban maduros.

Faraón soñó. Faraón, de la palabra egipcia Phre, que significa 'sol', era el título oficial de los reyes de ese país. El príncipe que ocupó el trono de Egipto fue Aphophis, uno de los reyes menfitas, cuya capital era On o Heliópolis, y de quien se reconoce universalmente que fue un rey patriota. Entre la llegada de Abraham y la aparición de José en aquel país habían transcurrido algo más de dos siglos y se habían producido grandes cambios políticos.

Los reyes duermen y sueñan tan bien como sus súbditos; pero se atribuía mayor importancia a sus sueños. (cf. la 'Ilíada' de Homero, 2:, 80). Y este Faraón tuvo dos sueños en una noche tan singulares y tan similares, tan distintos y tan aparentemente significativos, tan coherentes y vívidos que se grabaron en su memoria, que su espíritu se turbó

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad