Y Jehová vuestro Dios, él los expulsará de delante de vosotros, y los echará de delante de vosotros; y poseeréis su tierra, como os ha dicho Jehová vuestro Dios.

El Señor tu Dios, él los expulsará de delante de ti... Las posesiones reales que Dios había dado eran una prenda del cumplimiento completo de Su promesa al darles las partes del país aún no conquistadas. Pero el cumplimiento de la promesa divina dependía de su fidelidad inviolable a la ley de Dios, de que se mantuvieran resueltamente apartados de todo contacto familiar y conexiones íntimas con los cananeos, o de alguna manera participar de sus pecados idólatras.

En el caso de que continuaran en firme adhesión a la causa de Dios, como felizmente distinguió la nación en ese momento, Su bendición les aseguraría un curso de victorias brillantes y fáciles ( Levítico 26:7 ; Deuteronomio 28:7 ; Deuteronomio 32:30 ).

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