Y de allí salieron de la familia de los danitas, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres provistos de armas de guerra.

De allí partieron de la familia de los danitas... seiscientos hombres. Este fue el número colectivo de los hombres que se armaron para llevar a cabo esta empresa expedicionaria, sin incluir las familias y muebles de los emigrantes ( Jueces 18:21 ). Su viaje los llevó a través del territorio de Judá, y su primer lugar de parada fue "detrás", es decir, al oeste de Quiriat-jearim, en un lugar llamado después 'el campamento de Dan'.

Siguiendo la ruta del norte, bordearon la base de las colinas efraimitas; y al acercarse a la vecindad de la residencia de Miqueas, los espías informaron al grupo explorador de que allí se mantenía un santuario privado, cuyo sacerdote les había prestado importantes servicios durante su expedición de reconocimiento, y se acordó unánimemente que tanto él como el mobiliario del establecimiento serían una valiosa adquisición para su propuesta de asentamiento.

Inmediatamente se elaboró un plan de expoliación. Se dirigieron a la residencia del joven levita, contigua a la mansión de Miqueas, y mientras los hombres armados hacían de centinelas en la puerta, los cinco espías irrumpieron en la capilla, saquearon las imágenes y los ornamentos, y lograron sobornar también al sacerdote, mediante una oferta tentadora, para que transfiriera sus servicios a su nueva colonia. Tomando a su cargo el efod, los terafines y la imagen esculpida, "se puso en medio del pueblo", una posición central que se le asignó en la marcha, tal vez para su seguridad personal; pero más probablemente en imitación del lugar designado para los sacerdotes y el arca en medio de las tribus congregadas, en las marchas a través del desierto.

Este robo presenta una curiosa mezcla de baja moralidad y fuerte sentimiento religioso. Los danitas ejemplificaron un principio profundamente arraigado en nuestra naturaleza: que la humanidad tiene afectos religiosos, que deben tener un objeto sobre el cual puedan ser ejercidos, mientras que a menudo no son muy exigentes en la elección de los objetos. En proporción a la escasa influencia que la religión ejerce sobre el corazón, mayor es la importancia que se concede a los ritos externos; y en la exacta observancia de éstos la conciencia queda plenamente satisfecha, y rara vez o nunca es molestada por reflexiones sobre la violación de la moral menor.

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