Al quinto día se levantó de madrugada para partir, y el padre de la muchacha le dijo: Conforta tu corazón, te lo ruego. Y se quedaron hasta la tarde, y comieron los dos.

Esperaron (con desgana) hasta la tarde, literalmente, el ocaso del día. La gente de Oriente, que toma poco o nada para comer por la mañana, no desayuna hasta las 10 o las 12 de la mañana; y esta comida el pariente hospitalario la había prolongado a propósito hasta un período tan tardío como para ofrecer un argumento para instar a una mayor permanencia.

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