Y el levita, el marido de la mujer que había sido muerta, respondió y dijo: Yo vine a Gabaa que es de Benjamín, yo y mi concubina, para alojarnos.

El levita... respondió y dijo. El esposo herido dio un relato breve y sin adornos del trágico ultraje, del cual parece que se usó una fuerza a la que no pudo resistir. Su testimonio fue sin duda corroborado por los de su siervo y el anciano efraimita. No había necesidad de una descripción fuerte o muy colorida para trabajar sobre los sentimientos de la audiencia. Los hechos hablaban por sí mismos y producían un sentimiento común de desprecio y venganza.

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