Pero sucedió que cuando Sanbalat oyó que habíamos construido el muro, se enfureció, se indignó mucho y se burló de los judíos.

Cuando Sanbalat oyó... se enfureció. La facción samaritana demostró su amarga animosidad hacia los judíos al descubrir el proyecto sistemático de reforestación de Jerusalén. Su oposición se limitó al principio a burlas e insultos, en los que los gobernadores se hicieron notar, y circularon toda clase de reflexiones despectivas que podían aumentar los sentimientos de odio y desprecio hacia ellos en su propio partido.

La debilidad de los judíos en cuanto a riqueza y número, lo absurdo de su propósito de reconstruir las murallas y celebrar la fiesta de la dedicación en un solo día, la idea de levantar las murallas sobre sus antiguos cimientos, así como de utilizar los escombros carbonizados y enmohecidos de las ruinas como materiales de los edificios restaurados, y la esperanza de que el parapeto que pudieran levantar fuera capaz de servir como fortaleza de defensa, todo ello proporcionó fértiles temas de burla hostil.

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