Hijo mío, teme a Jehová y al rey, y no te entrometas con los que son dados a cambiar.

Teme al Señor y al rey: al Señor primero, luego al rey, en la medida en que él es representante de Dios y tiene la autoridad delegada de Dios.

No te entrometas con los que son dados al cambio, que son aficionados a las innovaciones en la Iglesia y el Estado.

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