Juan 12:1-50

1 Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania donde estaba Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos.

2 Le hicieron allí una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.

3 Entonces María, habiendo traído como medio litro de perfume de nardo puro de mucho valor, ungió los pies de Jesús y los limpió con sus cabellos. Y la casa se llenó con el olor del perfume.

4 Pero uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que estaba por entregarle, dijo:

5 — ¿Por qué no fue vendido este perfume por casi un año de salario y dado a los pobres?

6 Pero dijo esto, no porque le importaban los pobres sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa a su cargo, sustraía de lo que se echaba en ella.

7 Entonces Jesús dijo: — Déjala. Para el día de mi sepultura ha guardado esto.

8 Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no siempre me tienen.

9 Entonces mucha gente de los judíos se enteró de que él estaba allí y fueron, no solo por causa de Jesús sino también para ver a Lázaro a quien él había resucitado de entre los muertos.

10 Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro

11 porque, por causa de él, muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

12 Al día siguiente, cuando oyó que Jesús venía a Jerusalén, la gran multitud que había venido a la fiesta

13 tomó ramas de palmera y salió a recibirlo, y lo aclamaba a gritos: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!”.

14 Habiendo encontrado Jesús un borriquillo, montó sobre él como está escrito:

15 No temas, hija de Sion. ¡He aquí tu Rey viene, sentado sobre una cría de asna!.

16 Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio. Pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que estas cosas le hicieron a él.

17 La gente que estaba con él daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos.

18 Por esto también la multitud salió a recibirlo, porque oyó que él había hecho esta señal.

19 Entonces los fariseos dijeron entre sí: — Vean que nada ganan. ¡He aquí el mundo se va tras él!

20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.

21 Ellos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: — Señor, quisiéramos ver a Jesús.

22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.

23 Y Jesús les respondió diciendo: — Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

24 De cierto, de cierto les digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo, pero si muere lleva mucho fruto.

25 El que ama su vida la pierde; pero el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

27 »Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora!

28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: “¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!”.

29 La multitud que estaba presente y escuchó decía que había sido un trueno. Otros decían: — ¡Un ángel le ha hablado!

30 Jesús respondió y dijo: — No ha venido esta voz por causa mía sino por causa de ustedes.

31 Ahora es el juicio de este mundo. Ahora será echado fuera el príncipe de este mundo.

32 Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

33 Esto decía dando a entender de qué muerte había de morir.

34 Entonces la gente le respondió: — Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Y cómo es que tú dices: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

35 Entonces Jesús les dijo: — Aún por un poco de tiempo está la luz entre ustedes. Anden mientras tienen la luz para que no los sorprendan las tinieblas. Porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va.

36 Mientras tienen la luz crean en la luz para que sean hijos de luz. Estas cosas habló Jesús y, al apartarse, se escondió de ellos.

37 Pero, a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él

38 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?.

39 Por eso no podían creer, porque Isaías dijo en otra ocasión:

40 Él ha cegado los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane.

41 Estas cosas dijo Isaías porque vio su gloria y habló acerca de él.

42 No obstante, aun de entre los dirigentes muchos creyeron en él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban para no ser expulsados de la sinagoga.

43 Porque amaron la gloria de los hombres más que la gloria de Dios.

44 Pero Jesús alzó la voz y dijo: “El que cree en mí, no cree en mí sino en el que me envió;

45 y el que me ve a mí, ve al que me envió.

46 Yo he venido al mundo como luz para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas.

47 Si alguien oye mis palabras y no las guarda yo no lo juzgo; porque yo no vine para juzgar al mundo sino para salvar al mundo.

48 El que me desecha y no recibe mis palabras tiene quien lo juzgue: La palabra que he hablado lo juzgará en el día final.

49 Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de qué he de hablar.

50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha hablado”.

LA UNCION EN BETANIA. Véase la nota acerca de Mateo 26:6.

1-8. seis días antes de la Pascua—es decir, en el sexto día antes de ella; probablemente después de la puesta del sol del viernes, o el comienzo del sábado judío, antes de la Pascua. Marta servía—Esto, con lo que después se dice de la manera de que Maria honraba a su Señor, es tan fiel al carácter en que aparecen aquellas dos mujeres en Lucas 10:38, como para constituir una de las confirmaciones más fuertes y más deleitosas de la verdad de ambos relatos. Véase también la nota acerca del cap. 11:20. Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa—“Entre el Lázaro resucitado y el leproso sanado (Simón, Marco 14:3), se sienta el Señor probablemente como entre dos trofeos de su gloria”. [Stier]. nardo líquido—un aromático célebre. (Cantares de los Cantares 1:12). ungió los pies de Jesús—y “lo derramó sobre la cabeza de él”, Mateo 26:7; Marco 14:3. El único uso de esto era el de refrescar y causar la sensación de alegría, un cumplimiento muy apreciado en el Oriente, entre la estrechez de una atmósfera recalentada, con muchos comensales en una fiesta. Tal fué la forma en que se derramó el amor de María por el Señor, a tan elevado costo para ella misma. Judas … el que le había de entregar—Por el motivo por qué se menciona esto aquí, véase la nota acerca de Mateo 26:6. trescientos dineros—entre nueve y diez libras esterlinas (unos 42 a 47 dólares). tenía la bolsa—la caja, o tesorería de la compañía de Cristo y los apóstoles. y traía lo que se echaba en ella—no, que “se llevaba” (o robaba), aunque esto hacía; sino simplemente, tenía a su cargo el contenido, era tesorero de Jesús y los Doce. (Pero algunos intérpretes competentes dicen que la palabra traducida “llevaba” quiere decir que sacaba, robaba, “lo que se echaba en ella”. Y como el verbo está en el pretérito imperfecto, quiere decir que era su costumbre sacar; continuaba sacando. Nota del Trad.). ¡Qué digno de notarse es este arreglo por el cual una persona avara y desleal no sólo fué contada entre los Doce, sino que tenía a su cargo los pocos bienes del grupo! Los propósitos que esto servía, son bien obvios; pero es además digno de notar, que ni la insinuación más pequeña del carácter verdadero de Judas fué jamás dada a los once; tampoco los tres discípulos más favorecidos en la intimidad con Jesús, nunca sospecharon nada, sino unos pocos minutos antes que él voluntariamente se separara de su compañía, para siempre.

7. Entonces Jesús dijo: Déjala: para el día de mi sepultura ha guardado esto—no que ella pensara en su sepultura, ni mucho menos reservarse algo de su nardo para ungir a su Señor muerto. Pero como el tiempo estaba tan cerca, cuando aquel oficio tendría que ser cumplido, y que ella no había de tener aquel privilegio aun después que fueron compradas las especias para este propósito (Marco 16:1), el cariñosamente lo considera como hecho ahora. a los pobres siempre los tenéis—refiriéndose a Deuteronomio 15:11. mas a mí no siempre—una suave insinuación de su próxima partida. Agrega, según Marco 14:8 : “Esta ha hecho lo que podía”, testimonio noble, que encierra un principio de inmensa importancia. “De cierto os digo, que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella”. (Marco 14:9; Mateo 26:13). “En el acto de amor hecho a él, ella había erigido para si misma un monumento eterno, tan duradero como el evangelio, la palabra eterna de Dios. De generación a generación se ha cumplido esta profecía notable del Señor; y aun nosotros, al explicar este dicho del Redentor, contribuímos a su cumplimiento” [Olshausen.] “¿Quién, sino él mismo tuvo el poder de asegurar a alguna obra del hombre, aunque resonara en su tiempo por toda la tierra, un recuerdo imperecedero en la corriente de la historia? He aquí una vez más, la majestad de su real supremacía judicial en el gobierno del mundo, en este ‘De cierto os digo’ ”. [Stier.] Hermosas son estas lecciones: (1) El amor a Cristo transfigura los servicios más humildes. Todos los que tienen para sí un corazón, valoran sus salidas más pequeñas más que las acciones mecánicas más costoses; ¡pero cómo encarece al Señor para nosotros el hallarlo autorizando dicho principio como su norma propia en juzgar el carácter y los hechos! (2) Las obras de utilidad nunca deberian ponerse en oposición a los impulsos del amor de sacrificio, ni debe sospecharse de la sinceridad de los que lo hacen así. Bajo la máscara del amor por los pobres de la patria, ¡cuántos se disculpan de todo cuidado por los paganos que perecen en el extranjero! (3) Entre los deberes que están en oposición entre sí, ha de preferirse el que “viniere a nuestra mano” hasta un deber de menor importancia que tengamos que cumplir ahora a uno más grande que se puede hacer en cualquier momento. (4) “Si primero hay la voluntad pronta, será acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene” (2 Corintios 8:12). “Esta ha hecho lo que podía”. (5) Así como Jesús contemplaba en espíritu la difusión universal de su evangelio, mientras se acercaba lo más profundo de su humillación, así considera él los hechos de su historia terrenal como constituyendo la sustancia de este evangelio, y la relación de esos hechos como la predicación de “este evangelio”. No que los predicadores tengan que limitarse a una simple narración de estos hechos, sino que han de hacer que toda su predicación gire sobre ellos como su gran centro, y que deben sacar de ellos su debida vitalidad; todo lo que va antes de esto en la Biblia no es sino la preparación para estos hechos, y todo lo que sigue no es sino la consecuencia o el resultado.

9-11. Multitudes de los judíos de Jerusalen fueron a prisa a Betania, no tanto por ver a Jesús, quien sabían que estaba allí, sino para ver a Lázaro vivo después de haber estado muerto; y esto, resultando en su adherencia a Cristo, era motivo de una conspiración contra la vida de Lázaro también, como el único medio de impedir los triunfos de Jesús (véase el v. 19); ¡a tal extremo habían llegado estos pontífices en su decisión de excluír la luz de sí mismos y de apagarla en la tierra!

12-19. LA ENTRADA TRIUNFAL DE CRISTO EN JERUSALEM. Véanse las notas acerca de Mateo 21:1, etc., y Lucas 19:29, etc.

12. El siguiente día—el Día del Señor, o domingo (véase la nota acerca del v. 1); el día décimo del mes judío de Nisán, cuando el Cordero Pascual era apartado para ser guardado “hasta el día catorce de este mes,” cuando “toda la congregación del pueblo de Israel” había de inmolarlo (Éxodo 12:3, Éxodo 12:6). Aun así, desde el día de esta solemne entrada en Jerusalén, “nuestra pascua, que es Cristo,” fué virtualmente apartado para ser sacrificado “por nosotros”. (1 Corintios 5:7).

16. cuando Jesús fué glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, etc.—Descendiendo sobre ellos el Espíritu de parte del Salvador glorificado el día de Pentecostés, abrió repentinamente sus ojos al verdadero sentido del Antiguo Testamento, trajo vivamente a su memoria esta predicción mesiánica y otras, y les mostró, para su asombro indecible, que ellos y todos los actores en estas escenas, habían estado inconscientemente cumpliendo aquellas predicciones.

20-36. ALGUNOS GRIEGOS DESEAN VER A JESUS—EL DISCURSO Y LA ESCENA CONSECUENTE.

20-22. ciertos Griegos—no judíos helenistas, sino griegos prosélitos a la fe judía, quienes solían asistir a las fiestas anuales, especialmente a ésta, que era la principal, la Pascua. Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Bethsaida—posiblemente eran de la misma comarca. diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús—seguramente en un sentido mucho mejor que el de Zaqueo. (Lucas 19:3). Tal vez el Señor entonces estaba en aquella parte del templo a la cual los prosélitos gentiles no tenían acceso. “Estos hombres del occidente, al fin de la vida de Cristo, representan lo que los magos del oriente representaron en su principio; pero aquéllos llegan a la cruz del Rey, así como éstos a su pesebre” [Stier]. Vino Felipe, y díjolo a Andrés—Como conciudadanos de Bethsaida (cap. 1:44) éstos dos parecen atraídos mutuamente. Andrés entonces, y Felipe, lo dicen a Jesús—La exactitud de estos detalles, mientras que contribuyen a la fuerza gráfica del relato, sirve para prepararnos para algo importante que saldrá de esta introducción.

23-26. Entonces Jesús les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado—en otras palabras: Ellos quieren ver a Jesús, ¿no? Un momento más y ellos lo verán como nunca lo imaginaron. La pared intermedia de separación, la cual los tiene excluídos de la república de Israel está en vísperas de ser derribada, “y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo”; yo los veo “que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas”, acontecimiento glorioso será aquél para el Hijo del hombre, por el cual esto será hecho. Perdido en las escenas de triunfo que este deseo de los griegos, de verlo, trajo ante su vista, él no da ninguna respuesta directa a la petición que le hicieron de tener una entrevista, mas ve la cruz, la que los había de traer, dorada con gloria.

24. si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva—La necesidad de su muerte es aquí expresada brillantemente, y su operación y fruto propios—la vida que sale de la muerte—son reflejados por una ley hermosa y profundamente significativa del reino vegetal. Por un motivo doble, sin duda, fué pronunciado esto: para explicar lo que había dicho de su muerte, como la hora de su glorificación, y para sostener su propio espíritu bajo la agitación que misteriosamente estaba haciéndole sombra en vista de aquella muerte. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará—Véase la nota acerca de Lucas 9:24. ¿Pensaba nuestro Señor excluirse a sí mismo de la operación del gran principio aquí expresado: la renunciación de sí mismo, la ley de preservación de si mismo; y su contrario, la preservación de sí mismo, la ley de destrucción de sí mismo? Al contrario, así como él vino a ser hombre para manifestar esta ley fundamental del reino de Dios en su forma más sublime, así la misma expresión de ella en esta ocasión servía para sostener su propio espíritu en la doble perspectiva a la cual acababa de hacer alusión.

26. Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honraráJesús aquí reclama la misma sujeción absoluta a sí, como la ley de la exaltación de los hombres al honor, como la que él somete al Padre.

27, 28. Ahora está turbada mi alma—El quiere decir, ante la perspectiva de su muerte, a la cual acaba de hacer alusión. ¡Extraño aspecto de la cruz es éste, inmediatamente después de representarla como la hora de su gloria! (v. 23). Pero los dos aspectos naturalmente se encuentran y se combinan en uno. Fué lo de los griegos, se podría decir, lo que le perturbaba. “¡Oh! sí, ellos verán a Jesús, pero a él le costaría muy caro esto. ¿y qué diré?—El está en estrecho entre dos caminos. La muerte de la cruz era aterradora a su espíritu. Pero el retroceder de una sujeción absoluta al Padre, era peor todavía. Al preguntar, “¿y qué diré?”, parece como si pensara en voz alta dándose cuenta de que estaba entre dos alternativas temibles, considerándolas de frente, midiéndolas, pesándolas, para que su decisión fuera manifiesta, y aun para que él mismo la sintiese vivamente, como una elección profunda, deliberada y espontánea. Padre, sálvame de esta hora—Tomar ésta como pregunta: “¿Diré, Padre, me salvas esta hora?”—como hacen algunos editores e intérpretes, es innatural e insípido. Es una verdadera petición, como la de Getsemaní: “Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso”; únicamente, mientras que allí pone como prefacio a su oración un “si es posible”, aquí pone como secuela lo que es equivalente a aquel prefacio: “por esto he venido en esta hora”. El sentimiento presentado, pues, en ambos casos por la oración, es doble: (1) que sólo una cosa podía resignarlo a sufrir la muerte de la cruz: el que fuera la voluntad del Padre que la sufriera, y (2) que en vista de esto él se entregaba a ella libremente. El no retrocede de la sujeción a la voluntad del Padre, mas para manifestar cuán tremendo es el sacrificio que esa obediencia exigía, primero pide al Padre que lo salve de ese sacrificio, y entonces declara cuán perfectamente sabe que él está allí con el mismo propósito de sufrirlo. Solamente dejando que estas palabras misteriosas pronuncien su significado completo, llegan a ser ellas inteligibles y consecuentes. En cuanto a los que no ven elementos amargos en la muerte de Cristo—nada más allá que el mero morir—¿qué pueden hacer ellos de semejante escena? y cuando la ponen en frente de los sentimientos con que millares de sus seguidores fieles han recibido la muerte gozosos por amor a él, ¿cómo pueden ensalzarlo a él a la admiración de los hombres?

28. Padre, glorifica tu nombre—por mi testimonio presente. lo he glorificado—refiriéndose especialmente a la voz oída desde el cielo cuando se efectuó su bautismo, y otra vez en su transfiguración. y lo glorificaré otra vez—en las escenas futuras de su necesidad aun más profunda, aun cuando esta promesa fué un testimonio presente y sublime, el cual alumbraría el espíritu anublado del Hijo del hombre.

29-33. la gente que estaba presente … decía que había sido trueno. Otros decían: Angel le ha hablado—algunos oyendo sólo un sonido; otros una voz articulada, mas a ellos no inteligible. Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por causa de vosotros—es decir, probablemente, para corregir las impresiones desfavorables que habrían causado su agitación momentánea y su súplica misteriosa por una liberación.

31. Ahora es el juicio de este mundo—el mundo que “crucificó al Señor de gloria” (1 Corintios 2:8), considerado como un reino de Satanás inmenso y complicado, que respira su espíritu y hace su obra, y destinado a la ruina que fué sellada de manera irrevocable con la muerte de Cristo a manos de ellos. ahora el príncipe de este mundo será echado fuera—¡Cuán diferentemente es considerada aquella “hora”, que se acerca tan rápidamente, en el reino de las tinieblas y en el de la luz! “La hora de alivio del Perturbador de nuestra paz, ¡qué cerca está! Un momentito más, y el día es nuestro”. Así fué calculada y sentida en una región. “Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”, es una opinión algo diferente acerca del mismo acontecimiento. Sabemos quién tenía razón. Aunque bajo un velo, él ve el triunfo de la cruz en una luz clara y arrebatadora. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo—El “yo” aquí es enfático—YO tomando el lugar del príncipe de este mundo echado fuera. “Si fuere levantado”, quiere decir no sólo después de que haya sido levantado, sino también por virtud de aquel levantamiento. Y verdaderamente, la muerte de Cristo en la cruz, en toda su significación, revelada en la luz. y grabada en el corazón, por el poder del Espíritu Santo, posee un atractivo en todo el mundo—a los civilizados y salvajes, a los eruditos e ignorantes, de la misma manera—que derriba toda oposición, y asimila a todos a sí, y forma con los materiales más heterogéneos y discordantes un reino de gloria sobresaliente, cuyo principio unificador es la sujeción reverente “a aquel que los amó”. “A todos traeré a mí mismo”, dice él. ¿Qué labios podían atreverse a pronunciar semejante palabra sino los de él, los cuales “como panal de miel destilan”, cuya manera de hablar era siempre en el mismo espíritu de igualdad consciente con el Padre?

33. esto decía dando a entender de qué muerte había de morir—es decir, siendo “levantado de la tierra” en “el madero maldito” (caps. 3:14; 8:28).

34. Nosotros hemos oído de la ley—las escrituras del Antiguo Testamento, que se refieren a pasajes como Salmo 89:28; Salmo 110:4; Daniel 2:44; Daniel 7:13. ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? etc.—¿Cómo puede ser esto consecuente con este “levantamiento”? Ellos entendían muy bien que él se presentaba como el Cristo y al mismo tiempo como un Cristo que había de morir una muerte violenta; y como eso corría contrario a todas sus ideas de las profecías mesiánicas, ellos se alegraban de conseguir esta aparente ventaja para justificar su actitud inflexible.

35, 36. Aun por un poco estará la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, etc.—En vez de contestar a su pregunta, les advierte con majestad mezclada con ternura, contra juguetear con su última oportunidad breve, y les ruega que dejen entrar la luz mientras está entre medio de ellos, para que ellos mismos sean “luz en el Señor”. En este caso, todas las nubes que rodeaban a su persona y su misión, serían rápidamente disipadas, mientras que si continuaban aborreciendo la luz, inútiles serían todas las respuestas de él a todas sus preguntas especulativas y cavilosas. (Véase la nota acerca de Lucas 13:23). Estas cosas habló Jesús, y fuése, y escondióse de ellos—¡El que hablaba como nunca habló hombre, e inmediatamente después de palabras atestadas de dignidad y amor indecibles, tuvo que esconderse de sus oyentes! ¿Qué, entonces, habrán sido ellos? Jesús se retiró, probablemente a Betania. (Los pasajes paralelos son Mateo 21:17; Lucas 21:37).

37-41. Es costumbre de este evangelista solo registrar sus propias impresiones de las escenas que describe; pero aquí, habiendo llegado a lo que era virtualmente la terminación del ministerio público de nuestro Señor, él echa una mirada sobre la esterilidad de todo su ministerio en la gran masa del pueblo condenado. habiendo hecho delante de ellos tantas señales—La palabra usada sugiere su naturaleza lo mismo que su número. Para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías—Esta incredulidad de los judíos de ninguna manera invalidaba los propósitos de Dios, sino, al contrario, los cumplía. Por esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; porque no vean, etc.—Que esto expresa un acto divino positivo, por el cual aquellos que tercamente cierran sus ojos y endurecen sus corazones contra la verdad, están encerrados judicialmente en su incredulidad e impenitencia, es admitido por todos los críticos cándidos [como Olshausen], aunque muchos creen necesario sostener que esto no es inconsecuente de ninguna manera con la libertad de la voluntad humana, lo que por supuesto es así. Estas cosas dijo Isaías cuando vió su gloria, y habló de él—una clave de inmensa importancia para el entendimiento de la visión de Isaías (Isaías cap. 6), y de todas las representaciones similares del Antiguo Testamento. “EL HIJO es ‘el Rey Jehová’, quien reina en el Antiguo Testamento y aparece a los elegidos, como en el Nuevo Testamento el Espíritu. el Ministro invisible del Hijo, es el Director de la Iglesia y el Revelador en el santuario del corazón” [Olshausen].

42, 43. aun de los príncipes, muchos creyeron en él—hombres como Nicodemo y José de Arimatea. por causa de los Fariseos—es decir, los dirigentes de la secta; porque ellos mismos lo eran. por no ser echados de la sinagoga—Véase la nota acerca del cap. 9:22, 34. amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios—“Una declaración severa, en vista de que varias de estas personas después valientemente confesaron a Cristo. Esto indica el desagrado con que Dios miraba la conducta de ellos en aquel momento, y con el cual todavía contempla una conducta parecida”. [Webster y Wilkinson]

44-50. Mas Jesús clamó—en tono fuerte, y con solemnidad peculiar. (cf. cap. 7:37). y dijo: El que cree, etc.—Esto parece un recuerdo de algunas proclamaciones importantes, para las cuales no se había hallado antes un lugar conveniente, y son introducidas aquí algo así como un resumen y conclusión de todo su testimonio.

Continúa después de la publicidad