LIBRO DE NAHUM

INTRODUCCION

NAHUM significa consolación y venganza, simbolizando la "consolación" en el libro, para el pueblo de Dios, y la "venganza" venidera para sus enemigos. En el primer capítulo los dos temas alternan; pero a medida que el profeta adelanta, el asunto predominante es la venganza sobre la capital del enemigo asirio. A él se le llama el elcosita (1:1): de Elkosh, o Elkesi, aldea de Galilea, señalada por Jerónimo (Prefacio de Nahum) como lugar de renombre entre los judíos, habiendo allí rastros de antiguos edificios. Capernaum, o sea, "aldea de Nahum," parece tomar su nombre de Nahum por haber residido éste allí, aunque naciera en las cercanías de Elkosh. Hay otra Elkozh al este del Tigris, y al norte de Mosul, y los judíos peregrinos creen que es el lugar del nacimiento y del sepulcro del profeta. Pero el libro de Nahum en sus alusiones muestra un particular conocimiento de Palestina (1:4), y solamente un conocimiento general en cuanto a Nínive (2:4-6; 3:2, 3).

Su descripción gráfica de Senaquerib y su ejército (1:9-12) hace probable que él estuviera en Jerusalén o cerca de la misma, en ese tiempo; de ahí pues el número de frases que corresponden con las de Isaías (véase 1:8, 9, con Isaías 8:8; Isaías 10:23; Isaías 2:10 con Isaías 24:1 y 21:3: el 1:15 con Isaías 52:7). La profecía Daniel 1:14 probablemente se refiere al asesinato de Senaquerib veinte años después de su retorno de Palestina (Isaías 37:38). De este modo, la fecha de sus profecías parece que fué alrededor de los primeros años de Ezequías. Así lo piensa Jerónimo. Es patente que él escribió mientras el poder asirio estaba aún invicto (Isaías 1:12; Isaías 2:11; Isaías 3:15). La correspondencia entre los sentimientos de Nahum y los de Isaías y Ezequías, tal como está Efesios 2 Reyes e Isaías, prueban la probabilidad de que las profecías de Nahum pertenezcan al tiempo cuando Senaquerib estaba exigiendo la rendición de Jerusalén, y cuando el asedio aún no había sido levantado (véase 1:2 con 2 Reyes 19:14; 2 Reyes 1:7 con 2 Reyes 18:22; 2 Reyes 19:19, 2 Reyes 19:31; 2 Crónicas 32:7; 2 Crónicas 1:9, 2 Crónicas 1:11, con 2 Reyes 19:22, 2 Reyes 19:27; 2 Reyes 1:14, con 2 Reyes 19:6; 2 Reyes 1:15 y 2:1, 2 con 19:32, 33; 2:13, con 2 Reyes 19:22). Los datos históricos del mismo libro son de la humillación de Israel y Judá por Asiria (2 Reyes 2:2); la invasión de Judá (2 Reyes 1:9, 2 Reyes 1:11); y la conquista de No-amón, o Tebas, en el alto Egipto (2 Reyes 3:8). Tiglatpileser y Salmanasar habían transportado a Israel. Los judíos estaban acosados por los sirios, y empobrecidos por los tributos pagados por Acaz a Tiglatpileser (2 Crónicas 28; Isaías 7:9). Sargón, el sucesor de Salmanasar, después de la reducción de Fenicia por éste, temiendo que Egipto se aliase con Palestina contra él, emprendió una expedición a Africa (Isaías 20), y tomó a Tebas; este último hecho lo conocemos solamente por Nahum, pero el éxito de la expedición, en general, es corroborado en Isaías 20. Senaquerib, el sucesor de Sargón, hizo el último ataque asirio contra Judea, que terminó con la destrucción de su ejército, en el año catorce de Ezequías (713-710 a de J. C.) Como Nahum se refiere a esto, en parte proféticamente, y en parte como asunto de historia (Isaías 1:9; Isaías 2:13), él debe haber vivido alrededor de los años 720-714 a. de J. C., o sea, casi cien años antes del evento predicho, es decir, la destrucción de Nínive por las fuerzas unidas de Ciaxares y Nabopolasar en el reinado de Quiniladano, año 625, o bien 603 a. de J. C.

La profecía es notable por su unidad de propósito. El objeto de Nahum fué inspirar a sus compatriotas, los judíos, con la seguridad de que, por alarmante que su posición pareciera, expuestos como estaban a los ataques del poderoso asirio, que ya había llevado cautivas las diez tribus—con todo, no solamente fracasaría el asirio (Senaquerib) en su ataque a Jerusalén, sino que Nínive su propia capital sería tomada, y su imperio destruído; y esto, no por un ejercicio arbitrario del poder de Jehová, sino a causa de las iniquidades de la ciudad y su pueblo.
Su posición en el canon es el séptimo de los profetas menores, tanto en el arreglo hebreo como en el griego. Y es el séptimo en cuestión de fecha.

Su estilo es claro, elegante, y enérgico. Su característica más sorprendente es su poder de representar varias fases de una idea, en las más concisas sentencias, como en la majestuosa descripción de Dios en el principio, la conquista de Nínive, y la destrucción de No-amón. (Eichorn.) De Wette llama la atención a su variedad de maneras de presentar ideas, como marcando un gran talento poético. "Aquí hay algo sonoro en su lenguaje, hay algo que murmura; y en ambas cosas alterna algo que es suave, delicado, y enternecedor, según el tema lo requiera." Con la excepción de dos palabras asirias alegadas (Isaías 3:17), Versión Inglesa: "coronados," por príncipes, y Versión Inglesa: "capitanes," por sátrapas (usada por Jeremias 51:27), el lenguaje es puro. Estas dos palabras, indudablemente, llegaron a ser conocidas en Judea por medio de la intercomunicación con Asiria, en los siglos ocho y siete a. de J. C.

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