Avaricia. Para que no se les soborne en contra de su mejor conocimiento. Los sabios, ricos y desinteresados ​​deben ser nombrados magistrados; tales que no puedan estar bajo ninguna influencia indebida. Aristóteles culpa a los lacedemonios por confiar esos cargos a personas que no tenían nada. Ver Isaías iii. 7.

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