Usted. Muchos de los que no habían sido muertos habían seguido el mal ejemplo, y Aarón, en particular, les había traído el pecado más atroz, ver. 21. Sin embargo, debido a su arrepentimiento, no fueron sometidos a un castigo inmediato; pero fueron visitados después, ver. 34. Aunque Dios se apaciguó (ver. 14) para no destruir a toda la multitud, Moisés pensó que era una tarea muy ardua obtener una reconciliación completa, a pesar de la ejemplar venganza que había tomado de los cabecillas.

Por eso se dirige a Dios con la mayor humildad y con tal seriedad que apenas parece justificable, si entendemos que puso en juego su propia salvación eterna. Pero hace una suposición o propuesta imposible, que sabía que Dios no admitiría, para extorsionar, por así decirlo, el favor solicitado. Como está dispuesto a morir por su pueblo, Dios los perdona por él. (San Agustín, q. 147, & c.) (Haydock)

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