Esta historia, aunque diferente en algunas circunstancias de la relatada por San Mateo, cap. viii., es muy probablemente una relación del mismo evento, y las aparentes discrepancias pueden conciliarse fácilmente. San Mateo dice que fue el niño del centurión; San Lucas lo llama su siervo: pero en estos términos no hay una contradicción necesaria. Y mientras que el primero dice que el centurión fue él mismo a Cristo, St.

Lucas menciona que envió a los antiguos, o senadores, de los judíos. Aquí, como en otros lugares, podemos suponer que el ex evangelista, en aras de la brevedad, atribuye al centurión lo que se hizo en su nombre y con su autoridad; ya lo largo de toda la narración, él representa a nuestro Salvador respondiendo al centurión como si estuviera presente personalmente. (Jansenius, concordia. Evan.)

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