Nuestro Señor se llama a sí mismo la vela encendida, colocada en medio del mundo. Cristo era por naturaleza Dios y por dispensación hombre: y así, no muy diferente de una antorcha colocada en medio de una casa, nuestro Señor, sentado en el alma del hombre, ilumina todo lo que lo rodea. Pero por el candelero se entiende la Iglesia, que él ilumina con los rayos refulgentes de su palabra divina. (San Máximo.) --- Con estas expresiones, Jesús induce a su audiencia a ser muy diligente y muy viva en el trascendental asunto de la salvación; informándoles que están puestos a la vista del público de todo el mundo. (San Juan Crisóstomo, hom. XV. En Mat.)

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