Aquí exhorta a su audiencia a que presten atención a lo que estaba a punto de pronunciar y que se dediquen con toda su atención a la palabra divina; porque el que desee oír la palabra, también recibirá la gracia y el poder de comprenderla. Pero el hombre que no tiene deseos de oírlo, aunque por su conocimiento pudiera esperar entenderlo, no lo entenderá, porque no atiende de buena gana a las amonestaciones divinas; por eso se dice: Al que tiene, también se le dará. (Ven. Bede)

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