Resucitado de entre los muertos. Herodes estaba perplejo y en suspenso por el informe de que era Juan [el Bautista] el que había resucitado de entre los muertos ... De esto se desprende que algunos de los judíos, y el mismo Herodes, creían en algún tipo de metempsicosis, o transmigración de almas. Josefo dice, (Antiq. Lib. Xviii, cap. 2.) que los fariseos creían que el alma era inmortal; y después de la muerte, para partir a algunos lugares subterráneos, donde recibieron la recompensa del bien o del mal, según sus acciones.

Allí permanecen para siempre las almas de los impíos, sin poder para partir de allí. Las almas de los buenos a veces regresaban y entraban en otros cuerpos. Probablemente Herodes pensó que el alma de Juan el Bautista estaba unida a la de Cristo, en el mismo cuerpo, y desde allí estaba capacitado para realizar funciones nuevas y más extraordinarias. Tales eran las ensoñaciones de algunos de los rabinos; quien, como señala San Jerónimo, abusó de los pasajes del evangelio que ahora estamos explicando, en apoyo de esta doctrina pitagórica.

La mayoría de los judíos creían en la verdadera doctrina de la resurrección, a saber. el del cuerpo; que un día debe ser renovada a la vida por la misma alma que ahora la anima: y esta es la doctrina de la fe y de la Iglesia, que ella les enseña tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, en lugar de esa transmigración de las almas, que ha sin fundamento ni apariencia de verdad. Es probable que este error se difundiera ampliamente entre los judíos, en la época de nuestro Salvador.

Era una doctrina adaptada al gusto de los orientales. Algunos piensan que pueden ver rastros de ello en la historia de Elías. Al ser llevado ese profeta, y los judíos al ver a Eliseo realizar los mismos milagros, dijeron que el espíritu de Elías había reposado sobre él. (Calmet)

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