Los judíos tenían la costumbre de atar y entregar a los gobernadores romanos a los que habían condenado en sus propios consejos; pero no debemos suponer que fue la primera vez que ataron a Jesús; pues San Juan nos informa, cuando lo aprehendieron por primera vez, le pusieron esposas. (Ven. Bede)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad