Seguir a Cristo es imitarlo; por tanto, este apóstol, para poder seguir a Cristo, modelo de pobreza, no tanto por sus pasos corporales, sino por los afectos internos de su alma, lo abandonó todo; no sólo abandonó sus bienes presentes, sino que despreció todo peligro en el que incurrió al dejar bruscamente su negocio y sin dar cuenta de ello a sus patrones o gobernadores. (Ven. Beda) --- La persona a quien Cristo dirige las palabras, sígueme, fue Mateo: ver Mateo ix. 9.

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