La historia de la Iglesia nos informa, que los cristianos estaban acostumbrados a frecuentar esta tumba con gran piedad y respeto, hasta el reinado de Juliano el apóstata, momento en el cual los paganos, por odio al cristianismo, abrieron su tumba y dispersaron sus huesos; pero inmediatamente después, pensando que era mejor quemarlos, se esforzaron por volver a recogerlos. Pero algunos religiosos de un convento vecino, uniéndose a los paganos, con el pretexto de recolectar los huesos para quemarlos, secretaron la mayor parte de ellos y los enviaron a Felipe, en Jerusalén, quien los envió a Atanasio, obispo de Alejandría; y en el reinado de Teodosio, el templo de Serapis se convirtió en una iglesia cristiana y se dedicó al honor de San Juan Bautista, donde se depositaron sus reliquias. (Brillo. Ordina.)

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