Y tenían mucho miedo. Había dos causas que podían producir este temor en los apóstoles, la nube que los cubrió con su sombra, o la voz de Dios Padre, que oyeron. Su debilidad humana no podría soportar tan refulgentes rayos de gloria, y temblando en cada miembro, caen postrados en el suelo. (San Jerónimo) --- El Todopoderoso, al parecer, se complació en cumplir el deseo de Pedro, mostrando así que Él mismo es la tienda o pabellón, bajo la sombra de la cual los bienaventurados vivirán para siempre, y para sancionar a los confesión pública y explícita de Pedro relativa a la divinidad de Jesucristo, por su propia confesión no menos pública y explícita, unida a un mandato expreso de escucharlo y obedecerlo.

San Juan Crisóstomo observa muy justamente que esta voz no se escuchó hasta después de la partida de Moisés y Elías, para que no existiera ninguna duda a quién se refería, y que era solo para Cristo y no para otro. --- Escúchenlo: es decir, a medida que la ley y los profetas se cumplen y verifican en Jesucristo, su nuevo legislador y profeta, deben escucharlo y obedecerlo antes que Moisés o Elías, o cualquier otro maestro. (Haydock)

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