6. Y habiendo escuchado esto, Dios pretendía que los discípulos fueran golpeados con este terror, para impresionar más plenamente en sus corazones el recuerdo de la visión. Sin embargo, vemos cuán grande es la debilidad de nuestra naturaleza, que tiembla de esta manera al escuchar la voz de Dios. Si los hombres impíos se burlan de Dios, o lo desprecian sin preocupación, es porque Dios no se dirige a ellos para hacer sentir su presencia; pero la majestad de Dios, tan pronto como lo percibamos, inevitablemente debe abatirnos.

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