Entendieron que hablaba de ellos. Esta parábola, aunque dirigida inmediatamente a los judíos, contiene una instrucción admirable para los cristianos. Porque lo que los judíos han sufrido por su maldad e ingratitud, también ha sido la fe de muchos reinos cristianos, y la afligida suerte de muchas iglesias que alguna vez florecieron y fueron felices, cuyos candeleros han sido quitados y la luz apagada. La misma conducta que Dios observa con respecto a personas particulares, en castigo por abusar repetidamente de sus gracias; finalmente los retira, y deja al culpable solo, ya las miserables consecuencias de esta merecida privación de gracia.

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