45. Sabían que hablaba de ellos. Los evangelistas muestran cuán poco éxito tuvo Cristo, para que no nos preguntemos si la doctrina del Evangelio no lleva a todos los hombres, en la actualidad, a rendir obediencia a Dios. Aprendamos también que es imposible, pero que la ira de los hombres impíos se verá cada vez más inflamada por las amenazas; porque así como Dios sella su palabra en nuestros corazones, así también es un hierro caliente herir las malas conciencias, como consecuencia de lo cual su impiedad está más inflamada. Por lo tanto, debemos rezar para que nos someta al miedo voluntario, para que el mero conocimiento de su venganza no nos exaspere más. Cuando están restringidos únicamente por el temor de la gente de poner sus manos sobre Cristo, aprendamos que Dios les había puesto una brida; de lo cual también surge un consuelo muy delicioso para los creyentes, cuando aprenden que Dios los protege y constantemente les permite escapar de las fauces de la muerte.

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