Te conjuro por el Dios vivo. Esperaban que esto pudiera convertirlo en su propio Dios; por lo que estaban para apedrearlo. (Juan x. 31.) --- San Lucas nos dice, (xxii. 66,) que esta pregunta se le hizo a Jesús, cuando era de día. San Agustín cree que se lo pusieron primero por la noche y nuevamente a la mañana siguiente. No debemos olvidar que cuando Cristo fue examinado por el sumo sacerdote, uno de los siervos que estaban allí le dio a nuestro bendito Redentor una caja en la oreja o en el rostro.

Ver Juan xviii. 22. (Witham) --- Nuestro divino Salvador como Dios sabía perfectamente bien, que todo lo que dijera sería condenado; y, por tanto, cuanto más callaba Jesús ante lo que se alegaba en su contra, más trataba el sumo sacerdote de obtener una respuesta de él, para que pudiera tener alguna acusación contra el Señor de la gloria. Por eso exclamó de esa manera violenta: Te conjuro, o te mando por el Dios vivo, griego: Exorkizo se kata tou Theou zontos.

La ley para los testigos se encuentra en Levítico v. 1; donde se declara culpable al testigo que debería suprimir la verdad, después de haber escuchado el griego: phonen orkismou. Este es el verdadero significado de esa ley, tan mal entendida por muchos. Véase también Menoquio, quien en estas mismas palabras de Levítico dice: si alguien es llamado a decir lo que sabe de un punto que otro ha confirmado mediante juramento, cargará con su iniquidad, i.

mi. el castigo de su iniquidad, que Dios infligirá. (Menochius) --- Ver 1 Reyes xiv. 24, 27; Números v. 19; 1 Tesalonicenses v. 27. La confesión o negación de una persona así interrogada fue decisiva. (Challoner)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad