Y David dijo a Dios: ¿No soy yo quien mandó que se contara al pueblo? Incluso yo soy el que he pecado y hecho realmente mal, al hacer que el censo se tomara con un motivo tan pecaminoso; pero en cuanto a estas ovejas, la gran masa del pueblo, ¿qué han hecho? Su interés por sus súbditos era el de un gobernante verdadero y fiel, que está lleno de simpatía por todas sus desgracias.

Te ruego que tu mano, oh Señor, Dios mío, esté sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero no sobre tu pueblo, para que sea plagado. Este es un excelente ejemplo de intercesión desinteresada. Note también cuán severamente Dios odia el pecado en todas sus formas, y cuán seriamente lo castiga a veces.

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