Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, que tantas veces ayudó a David a salir de sus problemas, y sírvele con un corazón perfecto, con lealtad indivisa y con una mente dispuesta; porque el Señor escudriña todos los corazones y comprende todas las imaginaciones de los pensamientos, por lo que un mero servicio de manos y labios no lo puede engañar. Si lo buscas, deseando su conocimiento interior en verdadero amor y servicio, lo encontrarás en ti; pero si lo abandonas, Él te desechará para siempre, siendo esta la manera empleada por el Señor hasta el día de hoy; Quiere el servicio del corazón, no el mero conocimiento intelectual.

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