Y sucedió que cuando Elías lo oyó, se envolvió el rostro en su manto, porque hasta los ángeles estaban con los rostros cubiertos delante del trono del Santo, y salieron y se detuvieron a la entrada de la cueva. Y he aquí, vino a él una voz, por segunda vez, y con un toque de reproche, y dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? Debería haber regresado a su puesto de inmediato.

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