Y el rey de Israel dijo a Josafat: Todavía hay un hombre, Micaías, hijo de Imla, que estaba disponible de inmediato, como algunos comentaristas piensan porque había entregado una profecía desfavorable a Acab y luego había sido encarcelado, por quien podemos consultar al Señor; pero lo odio, así como Acab odiaba todo lo demás relacionado con la verdadera adoración de Jehová; porque no profetiza bien acerca de mí, sino mal.

Es evidente que Acab tenía la idea pagana de que el profeta tenía alguna influencia sobre el Dios a quien servía y podía ser considerado responsable con su persona por un oráculo desfavorable. Y Josafat dijo: No diga así el rey; reprendió a Alá por su supuesto odio y su consiguiente falta de voluntad para escuchar a Micaías.

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