Pero si no escucháis la voz del Señor, sino que os rebeláis contra el mandamiento del Señor, entonces la mano del Señor estará contra vosotros como lo fue contra vuestros padres, a pesar del rey en quien estaban poniendo tanto confianza. El mero hecho de que ahora tuvieran un rey no les garantizaba la libertad de las opresiones con las que habían luchado en el pasado, porque esto solo podía lograrse mediante un apego inquebrantable a Jehová.

La congregación del Señor siempre necesita amonestaciones para el arrepentimiento y la obediencia. Si los predicadores fieles no continuaran reprendiendo, amonestando, amonestando y suplicando, la desobediencia y la deserción pronto prevalecerían en todas partes.

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