y cayó a sus pies, humillándose cada vez más ante él, y dijo: Sobre mí, mi señor, sobre mí, sea esta iniquidad, la culpa o la culpa de este desafortunado asunto; y te ruego que tu sierva hable en tu audiencia y oiga las palabras de tu sierva. Debía considerarla sola como la persona tonta y culpable con la que iba a tratar.

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