Y dijo, etc. - Impútame el pecado de Nabal, y si quieres, castígalo en mí, que aquí me ofrezco en sacrificio a tu justa indignación. Todo este discurso de Abigail muestra una gran sabiduría, al someterse absolutamente a la misericordia, sin ninguna pretensión de justificación, de lo que se hizo, (sino más bien con agravamiento) ella se esfuerza por obrar sobre la generosidad de David, para perdonarlo. Y apenas hay cabeza de argumento, de donde el más grande orador podría argumentar en este caso, que ella no maneja de la mejor manera.

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