Y dijo, una vez más instando a su inocencia, que se destacó con más fuerza en vista del hecho de que había salvado la vida de Saúl una vez más: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? Por que he hecho ¿O qué mal hay en mi mano? Su manera de dirigirse a Saulo es tan humilde, gentil y reverente como siempre.

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