¿Qué he hecho? - Todo el discurso de David a Saúl es intensamente reverente, incluso amoroso. El conspicuo trofeo de su "incursión nocturna" tardía estaba en su mano; podemos imaginar los primeros rayos del sol de la mañana iluminando la reluciente lanza real que agarró David. Saúl no pudo evitar reconocer que al menos el hijo de Isaí no buscaba su vida.

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