Y el Señor volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Y se levantó y fue a Elí, todavía con la misma disposición alegre que desatendía su propio consuelo, y dijo: Aquí estoy; porque tú me llamaste. Estaba listo para el servicio de día o de noche, y sin la menor irritación. Y comprendió Elí que el Señor había llamado al niño. Ésta fue la conclusión a la que llegó Elí de su conocimiento de la manera en que Dios trataba a sus profetas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad