Y David estaba muy angustiado, profundamente oprimido y angustiado en espíritu; porque el pueblo hablaba de apedrearlo, evidentemente echando toda la culpa sobre él por unirse a Aquis en su campaña contra Israel, porque el alma de todo el pueblo estaba entristecida, llena de amargura, que tiende a ser irracional, cada uno por su hijos y para sus hijas. Pero David se animó a sí mismo en el Señor, su Dios, buscando fuerza y ​​consuelo en la oración y en una firme confianza en el Señor, también mediante una consulta directa del Señor.

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