y oró a Él, confesando sus grandes pecados y pidiendo misericordia; y fue tratado de él, y escuchó su súplica, y lo llevó de nuevo a Jerusalén a su reino. Al restaurar a Manasés en su reino, como monarca tributario, el rey asirio sin duda fue influenciado por motivos políticos, principalmente el de hacer de Judá un estado amortiguador contra Egipto, el rival de Asiria por la supremacía. Entonces Manasés supo que el Señor, él era Dios; lo reconoció como su Señor y Gobernante, y siguió Su palabra.

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