Y Hiram le envió por la mano de sus siervos barcos, y siervos que tenían conocimiento del mar, marineros experimentados y experimentados; y fueron con los siervos de Salomón a Ofir, cuya ubicación se desconoce, aunque generalmente se encuentra en la costa sureste de África, y de allí tomaron cuatrocientos cincuenta talentos de oro (casi $ 9,000,000) y se los llevaron al Rey. Salomón.

Esa era la carga regular de su armada. Pero toda esta riqueza no es nada más que la gloria celestial y eterna que el Segundo Salomón, Jesucristo, da a los que le son fieles hasta el fin.

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