Y Elías respondió y les dijo: Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta. Y el fuego de Dios descendió del cielo y lo consumió a él y a sus cincuenta. En cualquier caso, los hombres fueron culpables de una burla deliberada del oficio profético en la persona de Elías, y por lo tanto del Señor mismo, de ahí el castigo rápido y terrible, similar a los que ocasionalmente el Señor aplica en nuestros días, y que los infieles tratan en vano de explicar.

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